BABELICUS
N°15
REVISTA
LITERARIA EN ESPAÑOL – Diciembre 2021
ADMINISTRADORES: ADRIANA ALARCO, STEFANO
VALENTE, DANIEL ANTOKOLETZ,
CARLOS ENRIQUE SALDÍVAR, ELENA ZADRA.
Estimados amigos:
Antes que nada, deseamos dar nuestro más sentido
pésame a la familia del socio fundador de Babelicus, Monsieur Pierre-Jean
Brouillaud, ocurrido el 9 de septiembre del 2021 en Paris. Fue un gran escritor y traductor y se ocupó
de la revista Babelicus desde sus comienzos, en lengua francesa.
Les presentamos aquí, https://babelicus.blogspot.com/ el número quince de BABELICUS EN ESPAÑOL, (grupo abierto de Facebook), con el fin de entretenerlos, esperando que
baje la pandemia de Covid con la cual seguimos batallando en todo el mundo,
vacuna en ristre.
Pueden encontrar los números anteriores en el blog de
Babelicus indicado más arriba.
Ruego a los escritores de lengua
española interesados en publicar en Babelicus, que envíen sus colaboraciones de
1000 palabras, adjuntas en Word, a los administradores de la edición en español
de la revista virtual, al correo: babelicus2021@gmail.com, junto con una semblanza o perfil de
no más de 8 líneas. Los autores no pierden sus derechos de autor.
Quien desee comentar sobre sus autores preferidos lo
puede hacer al correo de Babelicus indicado.
Adriana Alarco de Zadra
Portada, Don Quijote, burilado en
lámina de cobre por Adriana Alarco de Zadra.
PERÚ
CUENTO NEGRO
LUIS ARBAIZA
EL DÍA QUE TODOS LOS RELOJES SE ATRASARON UN SEGUNDO
Contaré como enfrente a un enemigo
infinito, invisible, no diré que triunfé, es imposible, pero soy el único que
supo su identidad.
Hubo primero unos crímenes “caprichosos”, lo usual en
Lima, hermano, pero los jefes hablaron de una coyuntura política, de
publicidad, de la necesidad en los limeños de capturarlo y matarlo, para sentirse
en paz. Mientras me informaban, me puse otra vez ansioso, noté que el segundero
del reloj de la pared estaba adelantado un segundo y medio. Los jefes sabían
que capturarlo no reduciría el crimen ni la maldad de esta ciudad en lo más
mínimo, pero ellos también tienen sus jefes y no los comprenden solo los
obedecen, yo acepté todas las órdenes, pero aprovechando que salieron por una
mujer ensangrentada que entró gritando me levante y corregí el reloj de la
pared, eso me calmó un poco.
Creo el técnico suplente se dio
cuenta, yo trataba de mantener en secreto mi fobia, temía me consideraran un
maniático y que se revelara mi miedo. Me consideraban un bruto, eso sí, por eso
no me explicaron lo que sabían, solo me dieron la orden de dejar de escoltar a
la amante del general y de empezar a rondar los lugares del crimen, pero por
los periódicos lo supe. Siempre me mandan a las misiones más improbables, las,
digamos, desahuciadas, en la vertiginosa burocracia de la comisaria yo era el
caballo más lento, solo aquellas misiones sin esperanza eran para mí, aquellas
emprendidas no para contentar a los jefes, sino para defraudarlos sin
desobedecer.
Ya me había dado cuenta y solo me
resigné al terrible aburrimiento de esas patrullas. Casos así al menos no
implican peligro, pero detestaba el aburrimiento, me obligaba a llenar el
vacío, lo más difícil de ser policía no son los criminales o la corrupción,
sino el vacío, el 90 % del tiempo estamos parados a solas en algún lugar y sin
poder movernos de ahí, sin hablar con nadie, dicen que la peor tortura para un
ser inquieto como el hombre es la inmovilidad, y si, como creo, el tiempo es
esencialmente movimiento, estar quieto es jugar a que no hay tiempo, desfasarse
de su fluir, esa idea me causaba náuseas. Pero en eso consiste nuestro trabajo,
solo, parado sin que nada pase hora tras hora, solo me entretenía recordar,
pero nada más inútil que recordar, volver a sentir, pero más tenuemente, cosas
ya muertas. Que poca cosa es la memoria. También al escoltar a la amante del general,
a Milagritos, debía esperar horas y horas en el auto y luego llevarla a otro
lugar a seguir esperando. Pero ya dije eso lo dejé cuando me dieron la lista de
los primeros crímenes.
Siempre tuve esa rara fobia. Fobia a
que los relojes se atrasen. Miedo que no todos los relojes estén ajustados, y
necesitaba comprobarlo a escondidas de sus dueños. Los relojes son instrumentos
rústicos, una tecniquería endeble, pero logran asirnos a ese dios invisible: el
tiempo. Sin ellos caeríamos más allá de sus dominios, que vértigo sentir que
nos suelta de su mano. Por eso no soportaba que se atrasen o adelanten, era
como una blasfemia, una amenaza de perder el verdadero ritmo de la vida, esa
armonía entre el alma y el tiempo presente, sin ella podríamos vivir desfasados
del momento actual que es el único real, y estaríamos verdaderamente perdidos.
Mg. LUIS BERTRAND ARBAIZA ESCALANTE. Nació el 20 junio de 1973. Biólogo
con mención en genética por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Magister en filosofía con mención en epistemología por la UNMSM, ha escrito la
saga de novelas de ciencia ficción dura: Thecnetos1: Los últimos días del
universo, Thecnetos 2: Las dos teologías de la Vida y Thecnetos 3: Textos
apócrifos sobre el tiempo, ha dictado cátedra de en la facultad de medicina de
la UNMSM y de Odontología en la USMP. Ensayista mantiene el blog: http://luisarbaizaescalante.blogspot.com/
y divulgador científico con el canal
de youtube:
https://www.youtube.com/channel/UCIsgbH3UaMTkxFOWgEzV-nA
MEXICO
J. R. SPINOZA
EL CAZADOR
La música es anterior a las palabras, a la poesía y a la civilización.
Estaba ahí antes de la gran migración de África y del descubrimiento del fuego.
Es un lenguaje sin palabras. Las ballenas cantan, y aunque no comprendamos lo
que dicen, podemos sentir su dolor, ese dolor que compartimos todos los seres
vivos. La música puede dormir a las bestias, asustarlas o ponerlas furiosas. Se
puede crear música con casi cualquier objeto: un vaso de cristal, un escudo de
cobre, incluso con la licorera vacía que llevo atada a la cintura. La melodía
correcta puede atraer a todas las ratas de una ciudad hasta el río. Puede
incluso llamar a todos los niños, instarlos a salir de sus casas, y seguirme.
He tocado la flauta y ciento treinta niños han respondido a la música. Dos
largas filas de infantes caminan tras de mí, mientras toco, una de las tantas
melodías que ensayé hasta la extenuación en mis años de aprendiz. Trismegisto
me enseñó todo lo que sé.
Después de quedar huérfano, cuando los galos invadieron mi aldea, llegó
este hombre peculiar, más mago que sabio. Vestía de carmín, un sombrero de
punta en la cabeza con un ojo que parecía seguirte por donde te movieras. Me
pidió que le mostrara las manos. “Son manos de cazador”, me dijo. Pero no puso
una espada en ellas, ni siquiera un cuchillo. Lo que colocó era metálico, pero
sin filo. Una flauta. “A partir de aquí, dejaremos de hablar”, me dijo. Y él
cumplió. Yo, cabezota como cualquier niño, le preguntaba cosas como: ¿a dónde
vamos?, ¿a qué hora comeremos?, ¿cómo logras ese sonido? Él no respondía.
Siempre llegábamos a algún sitio para trabajar, no pasé un solo día sin
comer y aprendí a tocar, aprendí de ver, de escuchar. ¿Acaso el conocimiento ya
está dentro de uno y solo venimos a este mundo a encontrar el conocimiento en
nuestro interior?
Mi maestro estuvo conmigo once años, luego, sin avisarme, sin decir
palabra, desapareció. No lo he vuelto a ver.
He llegado, las marcas en los árboles indican que estoy en el lugar
correcto. Abandono la ribera y su música, el canto dulce y vivaz del agua, para
adentrarme en la orquesta forestal, con sus lechuzas barítonos y árboles
rumorosos. La melodía que toco perturba su paz. Puedo sentir en mi cara la
hostilidad. Dos árboles sin vida, forman con sus ramas cual garras, la puerta
del demonio. Una efrit vive ahí. Tiene el cuerpo color canela y ojos felinos.
Su cabello es largo y negro, con una corona de cuernos en la frente. Su tamaño
es tres veces el mío, pero sé bien que si se lo propone puede ser tan alta como
una montaña. Dejo de tocar.
—¿Quién perturba la entrada de mi hogar?
—Soy un pobre músico al que le ha sido negado su pago. En venganza he
despojado de sus hijos a mis deudores.
—Creí que los de tu clase estaban extintos.
—Magia conozco muy poca, tan sólo un par de canciones. Pero soy un buen
comerciante, y sé que los niños son un manjar para ustedes.
—Lo son, lo son sin duda. Pero, dime flautista, ¿qué me impide matarte y
quedarme con los niños? Con estos deliciosos infantes que tan gentilmente has
traído hasta mi puerta.
Doy un trago a mi licorera y la arrojó al suelo. Me limpio la boca con
el dorso de la mano. Y levanto mi flauta con la otra.
—Conozco la melodía de la muerte, que hará que todos estos niños en
trance pierdan la vida. Son sólo seis notas, estoy seguro de que terminaré de
tocarla antes de que puedas usar tus poderes sobre mí, entonces ambos
perderíamos y tendrías que conformarte con un delgado flautista, que como mucho
te servirá de mondadientes.
—¿Cuál es tu precio?
—Las llaves de tu hogar, después de este gran comilón te sobrarán
fuerzas para hacerte dos o tres guaridas más, ésta será para mí. Necesito un
lugar donde esconderme —las guaridas de los efrit pueden transformarse en
desiertos, estepas o islas tropicales, cualquier cosa que el dueño desee— y las
cien monedas de oro que se me prometieron.
—O eres un hombre poco ambicioso o no estás al tanto de mis poderes, ya
has dicho tu precio y lo pago.
Una bolsa con oro se materializó a mis pies al tiempo que me arrojaba
unas llaves de plata que atrapé con mi mano libre.
—Tocaré entonces la melodía para sacarlos del trance.
Y toqué. Las primeras tres notas la inmovilizaron, las siguientes
veinticinco transmutaron su cuerpo en vapor y las últimas doce la sellaron en
mi licorera. Me apresuré a taparla. La metí en mi bolso, junto con el resto.
Imaginé una isla, con abundante comida y agua dulce. Y conduje a los
niños hacia ella. Cerré con llave tras de mí.
—¿Dónde estamos? —preguntó el primer niño en salir del trance.
Esperé unos segundos, a que los demás despertaran.
—Están en Nunca Jamás. Aquí son libres de los adultos y sus gobiernos.
De los demonios y arcontes. Aquí podrán ser artistas, o jugar y cantar por
siempre.
JOSÉ RODOLFO ESPINOSA SILVA H. Matamoros, Tamaulipas, México (1990). Escritor y profesor mexicano.
Becario del PECDA Tamaulipas (emisión 23), en la categoría de Jóvenes Creadores
por novela. Presidente Ateneo Literario José Arrese de Matamoros. Participó en
las antologías: Viajes en el tiempo (El gato descalzo, 2021) y Liminales (Casa
Futura, 2021). Libros Publicados: El demiurgo y otros cuentos fantásticos
(Kaus, 2020). Los deseos de Serena (Catarsis Literaria, 2021). Tragaluz
(Winged, 2021).
ARGENTINA
ISABEL HERNÁNDEZ
LOS MISMOS DE SIEMPRE
Nos paramos frente a frente. Lo miré a los ojos.
Era joven, apenas unos treinta años, llevaba uniforme
y un birrete militar. Parecía un pájaro de madera aferrado a su enorme fusil
reglamentario.
Alguien le dijo que estábamos en guerra. Él lo creyó y
salió a la calle a dar batalla, sin transitar primero la esperanza.
Así marchó en un día azul de coraje y primavera, como
si no hubiesen pasado casi cuarenta y sietes años; cómo si no estuviéramos
viviendo en un Chile de otro siglo.
Nos encontramos en la esquina, la misma de siempre y
lo miré a los ojos.
Ya tengo setenta años, le dije, mi cabeza es la de una
mujer de la primera línea, de canas blancas y orgullo, mi dignidad alcanza
todos los sueños de este mundo. Me habían violado y torturado, pero él no lo
recordaba.
Él estaba enfermo de desmemoria y yo en cambio volvía
“a los 17 después de vivir un siglo”. A l se le ocurría reprimirme y yo me
había vuelto una mujer irreprimible.
Nos paramos frente a frente. Quise
gritarle, sacudirlo, llamarlo por su nombre.
Pero él no era capaz de despertar.
ISABEL HERNÁNDEZ nació en Rosario
(Argentina) 1948. Desde hace 26 años reside en Santiago de Chile. Es
antropóloga y ha dirigido numerosos proyectos de docencia e investigación
en diversos centros académicos y universidades de Latinoamérica. Como
narradora de ficción publicó en Buenos Aires, Madrid, México, Bogotá y Santiago
de Chile y ha recibido reconocimientos literarios internacionales en USA,
España, México, Chile y Argentina.
PERÚ
JUAN CARLOS ALFARO VALVERDE
UN GRITO DESESPERADO
J. iba por la calle pensando en las mil cosas que
tenía pendientes: debía cumplir con esto, tenía que terminar aquello, no le
alcanzaría el tiempo para acabar con lo otro. En fin, era un día más de su vida
cuando el sol se puso tras la silueta de los edificios. De pronto, mientras
caminaba, se sintió un poco aturdido. Se detuvo por un momento esperando que el
mareo le fuera pasando. Trató de mantenerse en calma, pero igual sentía que
estaba a punto de perder el conocimiento. Fue entonces cuando le pareció que
las frías paredes se tambaleaban ante sus ojos. Su olfato pudo percibir un
fétido olor que se desprendía del húmedo piso. Lentamente ante sus ojos, el
cielo se fue pintando de un color oscuro; y, casi al mismo tiempo, un
sentimiento de angustia fue corrompiendo su ser hasta sentirse un tanto
extraño.
Sin que pasara mucho tiempo, unos hambrientos
nubarrones de tono ceniza fueron cubriendo cada espacio de la ciudad. Se
acercaban como una ola que se tragaba todo ante su paso. J. se encontraba
absorto pensando que lo que acontecía no era más que una pesadilla. Su razón le
decía que lo que veía no podía ser real. Seguramente
estoy dormido y pronto despertaré, dijo esperando encontrar alguna
explicación. Sin embargo, al ver que la gente corría escapando del suceso, un
miedo intenso se fue apoderando de su ser. Quiso huir de aquel lugar, pero sus
piernas no le hacían caso. Al verse incapaz de evitar el insólito fenómeno,
cerró los ojos y se acurrucó sobre sí mismo esperando su fatal desenlace.
Los nubarrones de ceniza, que ya estaban cerca de J.,
se veían como una masa pastosa que acabó cubriéndolo todo a su paso. Donde una
vez hubo un mundo, ahora solo había una infinita mancha grisácea extendiéndose
hacia la nada. Ahora J. ya no estaba más o por lo menos ya no se le veía.
Como creador estaba a solo unos segundos de colocar el
punto final de la historia de J. cuando algo extraño pasó…
Lo que a J. le pareció minutos interminables, apenas
fueron segundos. Recién intentaba
recuperarse de lo que le había pasado cuando experimentó un leve calor que se
fue haciendo cada vez más intenso. Ahora, conforme pasaban los minutos, sentía
que su ser se consumía. Se veía a sí mismo como un carbón consumiéndose.
Por un momento, J. creyó que había muerto. Fue como si
alguien más allá de él así lo hubiera determinado. Pero si no ha pasado nada, yo todavía estoy aquí, estoy pensando, aún
me veo a mí mismo. Es decir, estoy con vida y no tengo por qué terminar de
existir si así lo quiero, se dijo a sí mismo. En ese instante J. se dio
cuenta que alguien había estado escribiendo su destino. Debía tomar una
decisión: ¿seguiría siendo parte de aquel juego que predestinaba su existencia?
o ¿tomaría la determinación de acabar para siempre con aquel que quería
llevarlo a la muerte?
Como su creador empecé a tener serios problemas para
reconducir la historia de J. Le susurraba que hiciera aquello, pero no me
escuchaba. Le puse un hoyo profundo bajo sus pies, pero él caminó a paso firme
sobre él. Me sentía desconcertado porque llegado este momento ya no era yo
quien escribía su historia.
J. se hizo dueño de mi verbo. Era yo quien había
empezado la historia de su vida y yo debía terminarla. No sé cómo lo hizo, lo
único que sé es que acabó conmigo, con su propio creador. Dejó de hacer lo que
yo narraba, lo creaba para él. De alguna manera se dio cuenta que era él mismo
quien debía contar su propia historia y desaparecí de su conciencia…
Cuando me di cuenta que todo había sido un sueño,
decidí grabar lo que recordaba. Tomé mi celular y empecé a buscar los recuerdos
en mi mente. En estas cavilaciones estaba cuando el gemido de unas voces
intentó atizar nuevamente mis miedos. Fue entonces cuando de manera
inconsciente volví a despertar. Abrí mis ojos y vi que todo era diferente. Ahí
estaba en la misma calle, con el sol extinguiendo sus últimos rayos. Percibí a
la gente que se atropellaban unos a otros. Mujeres, hombres, ancianos, jóvenes
y niños huían como el ganado escapa en una estampida. Mi mundo se acaba, me dije a mí mismo. Seguramente el creador terminará con mi historia, pensé. Vi que
todos seguían sus propios pasos como si sus vidas no fueran las suyas. La
huella de su sonrisa no se lograba percibir en sus rostros. ¿Sería acaso que yo me veía tan igual como
ellos?, cavilé.
El sonido infernal de los cláxones de los automóviles
me llevó a querer marcharme de aquel lugar. Sin embargo, ahí estaba todavía,
siendo solo un observador en medio de tanta gente. ¿Sería acaso que ellos también huían como yo lo hice en algún momento?
Y de ser así, ¿acaso yo ya no era uno de
ellos? Cada minuto que pasaba me sentía más confundido. No pude más, así
que, mientras esperaba el desenlace, iba tratando de advertirles sobre lo que
ocurría. Les dije que debían despertar. Que lo que sus ojos veían solo era una
mentira. Despierte, señor, ¿por qué no
huye?, le dije a un hombre que miraba a todos lados, mas nunca me hizo
caso. Ninguno de ellos me escuchó ni mucho menos me miró. Era como si al elegir
escribir mi propia historia, todo mi mundo dejara de existir; como si esa
fuerza opresora siguiera teniendo el control; ya no sobre mi vida, sino de
aquello que había creado para mí.
De tanto pensar y pensar mi mente se cansó de ceder
espacio a la razón. Decidí entonces escuchar a mi corazón. Deseaba al menos
convencer a alguien y volví a insistir. Intenté detener a una señora que iba
acompañada de su niño, pero solo siguió su camino. Si solo uno me creyera lo que he descubierto, todo este mundo
cambiaría, pensé.
Todo fue inútil, cansado de la indiferencia de las
personas, pensé en mi familia y decidí ir por ellos. No sé cómo pude llegar tan
rápido hacia mi hogar, solo sé que ahora estaba parado frente a mi
familia. A solo unos metros de mi madre,
mi esposa, vestida de negro, lloraba desconsoladamente. A la distancia podía oír el gemido de unos
perros callejeros. ¿Qué había pasado?, me
dije. Fue entonces cuando les advertí lo que estaba pasando allá afuera. Por un momento sentí que me escuchaban hasta
que me traspasaron como si no estuviera ahí. Empecé a ponerme nervioso, a
desesperarme, y sentí que una vorágine de voces me absorbía hacia ellos. No podía ser. ¡Todavía no!, me dije a mí mismo. Comencé a gritar y a gritar una y
otra vez mientras mis lamentos se perdían en el silencio de la habitación.
JUAN CARLOS ALFARO VALVERDE: Profesor de profesión y escritor por afición.
Nació en el seno de una familia humilde del puerto de Chimbote en Perú. Desde
muy pequeño tuvo el apego por los libros y la lectura. Sus estudios secundarios
los llevó a cabo en el colegio Politécnico Nacional del Santa. Es Licenciado en
Educación Secundaria por la Universidad Nacional del Santa en la especialidad
de Lengua y Literatura. Trabajó como profesor de niños de la calle en la
asociación LENTCH (Luz y Esperanza para los Niños Trabajadores de Chimbote).
Maestrista en la Universidad Nacional del Santa en Docencia Universitaria e
Investigación. Actualmente viene trabajando en la institución educativa
parroquial Santa Rosa de Lima donde el trabajo con adolescentes y jóvenes
motiva su compromiso con la creación de mundos literarios.
COLOMBIA
LUIS BOLAÑOS DE LA CRUZ
AFGANISTÁN
Preámbulo donde se exprimen las fuerzas del azar y se
inserta su destilación crucial para mantenerse en el combate sin fin que
devasta nuestro planeta.
Con una frecuencia que ya es tendencia y los
descubrimientos tecno científicos ocurren nutridos por el albur, así sucedió
con el cultivo de guerreros para mantener funcionando la maquinaria bélica. Se
trasladaba un trío de soldados que acababa de fallecer y (de nuevo el azar) el
pasillo por donde transitarían quedo obturado por las camillas y camilleros que
contemplaban entre aplausos, alaridos y carcajadas la performance amatoria de
una pareja que acababa de reconciliarse y no encontraron una mejor manera de
sellarla -por el momento- que practicando un coito furibundo pero repleto de
ternura, jadeos y estrujamientos, así que los portadores-empujadores se
desviaron por un túnel que se abría a la balaustrada que coronaba los toboganes
de circulación y distribución del complejo hospitalario. En ese preciso
instante, con otro evento azaroso interviniendo: las vibraciones de la corteza
provocaron un movimiento telúrico que no generaron daños graves pero si la
caída de una angarilla por una rampa clave, la que desembocaba en las piscinas
de elaboración de caldos nutricios vegetales, unos mazacotes burbujeantes, otros
gachas espesas como pastas, y en fin papillas diversas desde casi líquidas
hasta cremas consistentes, el contenido de las caltrizas, que quedó detenida en
el reborde de control, se sumergió, y otra vez el azar como cadena articulada
de causas suficientes se mantuvo presente, ya que las salpicaduras mojaron a un
par de biólogos que se exploraban con mutua confianza los órganos reproductivos
y que al levantar la mirada vieron cómo se iba hundiendo quien apenas un par de
minutos después tosiendo, escupiendo y gimiendo lanzaba una cascada de
palabras, algunas confusas y otras relucientes, resumidas en “estoy vivo y
bien”,(pero no tanto ya que luego al examinarlo en detalle aparecieron fallas
diversas) sin que tuvieran que realizar alguna otra acción más allá de
rescatarlo del pegajoso sustrato.
La alharaca de la noticia se propagó por las numerosas
plantas y crujías de la inmensa clínica-laboratorio, estableciéndose una nueva
ruta de empujadores de parihuelas (son antigrav) directa de las camas a las
piscinas, y si bien muchos de los moribundos o recién fallecidos no
reaccionaron, fueron tantos que permitieron por un lado la elaboración de
cuadros en matrices interactivas que permitían recuperar un mayor número de
casos y por otro se determinó en seguida a partir de ese intervalo que,
sumergirlos en esos líquidos o -como derivó de las posteriores
investigaciones- sustancias similares
sería el tratamiento rey por excelencia.
Las limitaciones llegaron en seguida, el tipo de
infraestructuras de la categoría de la clínica-laboratorio eran escasas, pero
los campos cuya tierra con tratamientos adecuados podía convertirse en pasta
nutricia y renovadora de tejidos para llevarlos a un cierto nivel de
resurrección eran abundantes. Se amplió la gama de nutrientes y se aceptaron
los animales, incluidos los humanos, así se podía aprovechar todo en un
poderoso proceso de reciclaje donde la síntesis se expresaba en dos tipos de
renacidos, aquellos provenientes de materiales únicamente vegetarianos que eran
casi normales (aunque siempre alguna tara, defecto o síndrome los identificaba
o atenazaba) y los de nutrición mixta que brotaban musculosos, inteligentes,
multifuncionales y audaces con sólo dos problemas, la piel era un mosaico de
colores y por algún motivo, tema de múltiples tesis de investigación en las
universidades, no ostentaban órganos sexuales,
Aclaración Interpretativa: Algunos informes que
explican... o tratan, el funcionamiento de las cadenas de producción desde los
actores técnico-científicos hacia la coherencia.
Transcribo mi primer informe de guardia: Siembra
de Cadáveres: Cuando los cadáveres están frescos y no hace mucho que
sucedió su tránsito, así lo decretaran las cifras que aparecen coloreadas con
distintos tonos en las pantallas indicadoras, las mismas que siguen las
variaciones acaecidas en los cuerpos segundo a segundo trazando simpatías e
inclinaciones y rescatando eventos singulares: El campo estuvo dispuesto para
recibirlos, envolverlos y mimarlos; la tierra enriquecida, ha recibido calderos
y calderos de concentrado de músculos, sesos, tripas, huesos, dientes; les tocó
además a estos recién llegados recibir la transfusión de fluido esencial
extraído de aquellos desechados que por sus condiciones fueron destinados a la
molienda, listos para combinarlos con nutrientes minerales y sustancias
destiladas de raíces, hojas, flores, con la intención de fabricar más sopa
nutricia en los calderos y verterla en la era.
Transcribo mi segundo informe de guardia: Simbiosis
de componentes: La tierra fértil parece una pasta marrón intensa, la
combinación de planta reanimadoras que crecen alrededor de los depositados
envolviéndoles, masajeándolos, rellenando sus agujeros con miríadas de
raicillas que van recombinando sus moléculas y entregándoles cucharadas de
vitalidad; una extensa y variada conjugación de nutrientes diversos: minerales,
vegetales y animales, cada cual aportando en su proceso pero que en conjunto
actúan sobre los cuerpos en el terreno para convertir lo imposible en cierto;
el secreto radica en los nano componentes y nano combinaciones que articulan
gruesas uniones primero y densas y delicadas tracerías después, para según el
momento otorgar pseudovida a esos fragmentos seleccionados; por eso aquellos
que han recibido injurias bélicas desaforadas van al caldero, los casi intactos
son pre programados para retornar a conciencia en las piscinas, y los de daños
intermedios son los destinados a ser sembrados en esa tierra que alcanza los
35.5°C, es que según los psicofilósofos somos imágenes de imágenes, que se
proyectan sobre una gasa sutil, tenue y endeble, más allá de la cual … está la
nada sin ningún atisbo de sustancia
individual latente con propiedades que animen los egos.
Transcribo mi tercer informe de guardia: Transformación
de materiales: Hay una diferencia entre estar vivos y encontrarse animados
por una sensación de estarlo, lo cual coadyuva a muchas cosas: la independencia
de cada órgano para adquirir impulso vital por ejemplo ya que se requiere
alguien quien organice en el recipiente corporal las relaciones entre órganos y
tejidos, cada cual marcha enfebrecido hacia la libertad y va dejando huellas y
desechos, esa marea móvil debe quedar sujeta a un órganon y sus criterios.
Cuando se logra hay nacimiento, aunque siempre existe un porcentaje de malogrados
que no cuajan -pero que son licuados y reinyectados al proceso, con un cierto
grado de acumulación de conocimiento de tales procesos por las células y
moléculas implicadas: así mientras sucede la parafernalia de amalgamación junto
a la proliferación de los tejidos sintéticos de apoyo que juntos permiten
medrar al amparo de las diversas mallas-red que en capas arman urdimbres y
retículos tanto para especímenes biológicos mixturados como para bandadas de
organismos unicelulares que sin cerebro son capaces de organizar materiales,
espacios y calcular las actividades y procedimientos para incremento y
desplazamiento; luego gracias a sistemas de fibras de micro túbulos que
impulsan y mezclan se dan los toques precisos que caracterizarán a cada
ejemplar. Casi al final se insertan miríadas de paquetes de nano componentes
que saben articular la diversidad para lograr un modelo instalado en su
memoria, eso unido al enriquecimiento de la tierra de cultivo con espesos
líquidos nutritivos donde se desparraman multitud de hierbas, plántulas,
diminutas semillas, infusorios, hongos, permiten la unión fecunda de lo más
pequeño con lo más complejo, el resultado del hervor de numerosos calderos
repletos de sustancias y materiales en apariencia alejados pero en la práctica
colindantes y hermanados logran ir creando pulsantes interfaces de coincidencia
e interpenetración de sustratos para llegar a la que parecía imposible
resurrección.
Transcribo mi cuarto informe de guardia: Nanoandroidismo:
La unión de máquinas de estados finitos con mini máquinas de Turing y con
máquinas de florecimiento intensivo-segmentación continua, más biomaquinas
cuánticas generadoras de impulsos y máquinas de covariancia articuladas, todas
diminutas más en oleadas, van activando y coordinando fibras, procesos y
sectores para provocar movimientos y comportamientos complejos que a fin de
cuentas se parecen mucho a los de la vida o la imitan, aunque quizás no lo sean
in stricto sensu. Logradas las primeras fases de crecimiento de tejidos
diversos coordinados en una matriz corporal y controladas las velocidades para
que sean uniformes los desenvolvimientos de los organismos sembrados sc regulan
mediante nano programas genéticos especializados insertados, que actúan sobre
el volumen incluyendo elementos orientados a células específicas y según las
fases de cada etapa de desarrollo, lo cual significa que funcionarán de acuerdo
a esa semivida que los anima con surgimiento de una pseudoconciencia que para
efectos prácticos funge como conciencia real, con activación e interacción
efectivas y simultaneidad en el despliegue de las características otorgadas.
Transcribo mi quinto informe de guardia (primero
en situación de descanso): ¿Teoría
de la Guerra?: Para alguien que no comprenda o participe en nuestro
emprendimiento de siembra de cadáveres podría parecerle espeluznante la
sumatoria de las clínicas-laboratorios, los baños de ácidos que desprenden la
piel y dejan los músculos rojos y latientes al aire, los extraños cables
atiborrados de espínulas, burbujas y proyecciones geométricas cortas y confusos
telarañas de fideos blandos, insertados en puntos específicos de los torsos y
miembros en fabricación, en especial los agujeros naturales; luego hay
que recombinar y reanimar tejidos, andar pendientes de la meteorología
para lograr que los rayos caigan en los campos de siembra y esos relámpagos que
caen serpenteando desde el cielo sacudan y en simultánea abriguen con sus
descargas eléctricas la cadena de resultados y devuelvan hermosos cadáveres al
territorio de los vivos: quizás por eso apenas se completaba la cuota de
reenterrados se pasaba a la siguiente parcela para continuar rellenando, en
nuestro mundo una guerra interminable exige organismos conscientes o con
pseudoconciencia operativa, no importa la calidad de vida o muerte que los
anime para que combatan y si los abaten poder reorganizarlos, destruirlos y
reutilizarlos según las características que poseen.
Transcribo mi sexto informe de guardia (segundo
en situación de descanso): Brinco
Cuántico: Una reflexión de
colofón: la cosmovisión mecanicista prohíbe
la superposición relacional creativa que es la base para aplicar y obtener
resultados con las mezclas variopintas que inventamos, pero raspando el caldero
de la realidad sabemos que es falsa la idea acerca de tiempo y espacio como
“contenedores” y que la sumatoria absoluta de separaciones y distanciamientos
en curso perenne entre todos y cada uno de los elementos y fragmentos, sucesos
e imprevistos del mundo es lo que constituye la realidad; entonces porque no deberíamos
considerar nuestra cosecha de humanos alterados como personal castrense
supervigile por el estamento administrativo. Y es que, si por algún
milagro elimináramos el batiburrillo de trozos, datos, sitios, obras que
atiborran el universo, asimismo desaparecían también el espacio y el tiempo,
así que sigamos lubricando nuestro encadenamiento de fases, tratamientos,
procedimientos técnicos y manipulación industrializada para que expulse
productos marciales disciplinados, eficientes en la batalla y dispuestos a
morir cuantas veces sea necesario.
Tres misiones paradigmáticas para pescar el hilo de la
guerra y cuál sería su posible deriva 01. Sacrificio.
Una neblina verdosa flota y se esparce en cilios y
volutas por el enorme barracón repleto de máquinas vibrantes, armatostes en
decadencia y artilugios delicados, ciertos sectores de mi conciencia están
despiertos y comprendo que nos designaron a tres de nosotros para averiguar
cómo se puede salir sin daños de dicho galpón; a medida que deambulo más
segmentos de memoria se van despertando y articulando, tengo interiorizadas
multitud de pautas tácticas y procedimientos con sesgo según situaciones y
requerimientos y las empiezo a desplegar, las gotas de fluidos, los residuos de
olores y otras huellas químicas nos permiten ubicar un postigo a palanca en uno
de los descomunales portales del fondo como candidato, con pastexplosivo
reventamos su mecanismo de control y nos colamos por un pasillo que resplandece
en verde, vacío y de techo redondeado, creo ver movimiento, quizás una tronera
para tirotearnos, aunque al afinar la mirada ningún vestigio se ofrece para
corroborar el vistazo, mis compañeros se detienen, a ellos les ha sucedido algo
parecido, inmóviles esperamos y observo que la curvatura del techo ha desparecido,
algo la he rellenado, de repente abultan unas gotas que enseguida caen sobre
nosotros, el dolor es horroroso, es un ácido que nos derrite y nos quema, tengo
oportunidad de cerrar mis redes mentales mediante el truco de las dimensiones,
mi mente se escapa a otro ámbito, a pesar de que el dolor me sigue aniquilando.
Es cual fantasma leve que no atosiga. Existe una leve posibilidad de que salven
algo y puedan reconstruirme, es cierto que nos hallamos atrapados aquí, en el presente,
intentando comprender el pasado, pero no estamos condenados a un futuro
indigno.
02. Exterminio,
rotura extensa e infiltración
Corremos decenas de millares por una explanada con una
leve inclinación, los sorprendemos, hemos emitido falsas señales que engañaron
sus sensores, y gritamos, de nuestros paladares se desprenden mariposas que
salen por la boca y aún húmedas se proyectan cual eructos cuánticos sobre las
tropas dedicadas a sus quehaceres matutinos, detonan en una llovizna de
partículas incandescentes que queman en profundidad culminando en esferas de
segunda explosión o en miríadas de gusanos voraces que igual devoran metal que
carne o endureciendo las alas trazan senderos de sangre a través de los
reclutas, aunque su reacción sea tardía nos devastan aniquilando y bañando el
campo con entrañas y células, una segunda línea constituida por kamikazes se
estrella contra los despojos y les inyecte suficiente software como para
iniciar el proceso de siembra automatizado, no serán tan perfectos como
nosotros pero si letales incursores que disuelven la confianza castrense de los
opositores y contaminan su población rural. Nuestros gritos a medida que se
despliegan las sucesivas descargas de variopintos invasores se convierten en
canción de muerte y exterminio que establece pautas hacia las victorias
sucesivas.
Saldré renovado de esta larga ladera con el mensaje de
retornar y entregar la experiencia para que sea desmontada, examinada y
aprovechada. Cumplimos con las leyes del reciclaje y las aplicamos de manera
sistemática demostrando que no es suficiente, hay que penetrar más allá. Capas
y capas, complejidad creciente orquestada por los múltiples componentes,
enlazada por la genética y la química, acoplada por el ritmo vivo de la
naturaleza, vinculada por la historia cósmica humana, a medida que se expande
va creando dimensiones que son cual pechos o corazones explotando
convirtiéndose en domos, bóvedas, cúpulas inmensas, abiertas a la
interpretación, a la multiplicación especular, a la segmentación en racimos, a
la fatalidad autogenerada, a la perpetua fecundación, a la apertura de la
multiplicidad...mega diversidad, heterogeneidad auto fecundadora...
03. Recolección
de material en urbes arrasadas
Ahora todo grupo de combate recoge y lleva sus
cadáveres a los depósitos y granjas, cuando los reaniman depende de cuáles son
sus probabilidades o si se han quedado sin ellas, y ya que los cadáveres son
incapaces de expresar su consentimiento informado, los vivos deciden por ellos,
hay una cierta tensión porque existe un indicio frecuente de que la situación
se complejiza: consiste en que empiezan a surgir grupos especializados en
defender los derechos de los fenecidos con un refrán “Donde menos se espera
salta el cadáver” y a esas personas no les basta que se les repita que la
indeterminación cuántica nos permite a los fabricantes decidir por los
venideros incursores, que sin la gestión de procesos vivificadores no son
mejores que vibradores rellenos de efervescente líquido verde. Si lo
estuvieran, sería de esperar que muriesen al momento, que no reviviesen debido
a la carencia de un sistema circulatorio y de un aparato respiratorio
funcionales. Solo ya la falta de tendones...sería suficiente para
inhabilitarlos.
Otra vez divago y me extravío en laterales
disquisitivos. Nos estremecemos en transición. No fungimos como material bélico
lo cual eleva nuestro valor como seres existentes –ya que siempre hay un
resquicio para aceptar vivientes plenos- y si un observador nos contempla puede
dar fe de nuestro latido, quizás por eso las parejas de recogedores semejamos
amigos reencontrados en una tarea no por menos letal menos importante y nos
cruzamos señales y nos abrumamos de leves gestos que pueden pasar como cargados
de significados.
Me reengancho y divago. Cada vez
que retorno al buen camino siento la retroalimentación que indexa, resemantiza
y re articula. Ahora sé que Rodendo9397-Magenta y yo ya hemos cumplido una
faena parecida en una villa de enormes mansiones rutilantes y marmóreas con
jardines geométricos y grupos de estatuas, estanques y árboles con miradores.
Que ingresábamos a las habitaciones y envolvíamos a los yacentes en telas
suaves con dibujos que indicaban datos, los sacábamos a patios y explanadas y
los enviábamos arriba a las chalupas mediante un dispositivo que se activaba
cuando los exponíamos al sol, para desconcertar a cualquier observados
fingíamos descansar tras cada grupo que derivábamos a las alturas; mi camarada
y yo divagamos juntos y miramos fijos la hilera de momias que trepa hacia las
bodegas de las chalupas: cuando divagamos en grupo repletos de fuerza
inagotable, exhalamos un aroma acre y ¡oh, paradoja! Delicado, igual sucede
cuando cambiamos de tarea o registro, me reafirmo soy Cadastrador 2222-Rosa y sigo
la huella de los recuerdos, implantados, segmentados, espontáneos, no importa:
son como la vida y ahora sabemos lo poderosos que somos, creen que nos dominan,
sin embargo, cada vez somos más conscientes y ya estallará la deflagración un
día cuando les enseñemos otro refrán: que “los muertos no matan muertos” y que
el juego ha terminado.
LUIS ANTONIO BOLAÑOS DE LA CRUZ Sociólogo (no fundamentalista) y escritor de ciencia
ficción nacido en Ciénaga, Magdalena (Colombia) en 1950, residente en Perú.
Consultor de Concytec (Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
Tecnológica), del Ministerio de Educación y de MINAM (Ministerio de Ambiente);
ha transitado asimismo los caminos de la Educación Ambiental y de la
Psicobiología. Ha fatigado claustros universitarios, selvas y ecosistemas
diversos; participado en periódicos, ONG's, cineclubes, sindicatos e institutos
de investigación, dejando huellas de sus reflexiones; ha publicado en Velero25,
Sitio, Axxon, Mil Inviernos, Candor Chasma, Ciencia Ficción Perú, Alfa
Eridiani, Casa Jarjacha, Papirando, Argonautas, el Horla.
PERÚ
FinURA
CARLOS ENRIQUE SALDÍVAR
Soñé que devoraba una rata. Me desperté asqueado. No hice ruido cuando
salté de mi cama.
Mi dueña me tomó en sus brazos, me consoló: «¿Qué pasa, Chiquito?», y me
dio un poco de leche y pescado hervido sin espinas. Soy de raza fina, merezco
estos cuidados y más, ni siquiera tengo garras, hasta en mi maullar soy
delicado.
No sé por qué estas pesadillas se me presentan tan a menudo. Tal vez sea
por mis padres, mi ama me contó que eran expertos cazando roedores, entre otras
alimañas. No lo entiendo, ¿cómo pudieron engendrarme? Yo soy elegante y pulcro.
Mi dueña penetra en la habitación, estoy despierto pues ya es de noche,
ella quiere estar un rato conmigo, me carga y me arrulla. «Oh, qué maravilloso
minino». Desde que vine al mundo no se ha cansado de repetirme que soy
especial, esto me pone tímido, aunque no tanto, pues sus elogios son dulces y está
en lo cierto.
Yo también la quiero mucho y soy feliz viviendo en esta gigantesca casa,
atiborrada de lujos y bondades, donde estamos los dos solos.
Mis doce patas se sujetan a su cuerpo, tengo miedo de caer; escruto a
Marlene con mis seis ojos rosa, distribuidos de forma armónica en mi cabeza; mi
cuerpo largo y delgado se contrae, abrazo el cuello de mi ama. Es hora de ver
televisión, ella acaricia mi áspero pelo gris, lo cual me encanta. Masajea mis
orejas enormes y cuadradas, acerca su nariz a mi trompa puntiaguda, la pega a
la mía y hace un gesto mimoso cerrando los ojos. Se le ve un poco cursi. Abro
la boca, maúllo con suavidad; a mi ama le fascinan los sonidos que emito. Me
besa en la moteada cabeza una y otra vez.
En la pantalla pasan un dibujo animado clásico: un gato que intenta
cazar a un ratón, sin embargo, siempre falla en sus intentos. ¿Por qué lo
hace?, me pregunto. Debe ser asqueroso engullir tales bichos. Menos mal que yo
nunca hago eso. Soy una criatura exquisita, única.
Bueno, lo cierto es que me alimento de los infelices que intentan
quitarme el cariño de Marlene. Ella no lo sabe, cree que mis excursiones
nocturnas son para atrapar presas del reino animal. No dejo ni los huesos
cuando ataco a esos atrevidos que la llaman a casa y le mandan rosas, mi
sistema digestivo es perfecto.
Lo malo es cuando ellos vienen a nuestro hogar y Marlene tiene que
atenderlos. Me esconde en el sótano y debo esperar a que se vayan, mas no
pueden escapar de mí, los ubico con el olfato. Dejan su odioso olor en la
recámara.
Por eso gozo tanto cuando me cuelo por sus ventanas y los sorprendo
mientras duermen.
Mi dueña se siente sola. Es una pena por ella, una fortuna para mí. Así
me da más amor.
CARLOS ENRIQUE SALDÍVAR (Lima, Perú, 1982). Es director de las revistas virtuales El Muqui y
Minúsculo al Cubo. Es administrador de la revista Babelicus. Publicó el relato
El otro engendro (2012). Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia
ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010) y El otro engendro y algunos
cuentos oscuros (2019). Compiló las selecciones: Nido de cuervos: cuentos
peruanos de terror y suspenso (2011), Ciencia Ficción Peruana 2 (2016),
Tenebra: muestra de cuentos peruanos de terror (2017, 2018, 2021) y Muestra de
literatura peruana (2018).
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